domingo, 11 de abril de 2010

Adolescentes en su barrios

Detrás de una puerta cerrada marcada por graffiti, un retrato grande de Ramón Carande, el insigne historiador y economista español del siglo XX, llama la atención. Las líneas negras del retrato contrastan con las paredes de la escuela con las que el historiador comparte su nombre. El resto de paredes del edificio están manchadas con el oxido y la suciedad de las ventanas que corren a lo largo del edificio. El patio está yelmo a excepción de unas pocas plantas descuidadas aquí y allá.Dentro ya de la escuela, las paredes lisas del pasillo parecen continuación del exterior, pero hay una diferencia. Manualidades realizadas por los estudiantes con mensajes vibrantes e inspiradores, insinúan desde el mismo vestíbulo el sentido de esperanza del que está impregnado este centro. Un mosaico de un metro de ancho, aunque algo ingenuo en su ejecución, nos grita desde su ubicación junto a la escalera : “Todos somos hijos de la tierra”.

Los estudiantes, “los hijos” en este caso, son los del Instituto de Enseñanza Secundaria Ramón Carande, una escuela situada en la linde del barrio de Las Tres Mil Viviendas, también conocido como Polígono Sur, el gran barrio situado en la periferia sur de Sevilla, foco secular de marginación, delincuencia, tráfico y consumo de drogas, es el hogar de la mayor comunidad de gitanos de Andalucía y, con ellos, de artistas flamencos.

“No fumo,” dice Antonio con expresión grave.

“Yo fumo,” dice Rosa con una sonrisa tímida, como avergonzada, “a veces,” añade.

Rosa María Díaz, de 15 años, y Antonio Sánchez Márquez, de 17, son dos estudiantes de cuarto y último año de Educación Secundaria Obligatoria, ESO.

Pertenecen a familias pequeñas en las que los dos progenitores trabajan Rosa tiene sólo una hermana y Antonio es hijo único, pero los dos dicen que la familia es una de las cosas más importantes en su vida.

En un instituto en el que sólo el 35 por ciento de estudiantes llega a la universidad y en el que la continuación de estudios en la Formación Profesional es lo más habitual, Rosa tiene el sueño de ser enfermera. No es extraño por tanto que su asignatura favorita sea “la biología.” Antonio, en cambio, quiere ser panadero. Los dos tienen una cosa esencial en común: la motivación. La ley Orgánica de Educación (LOE) del año 2006 estableció la enseñanza obligatoria hasta los 16 años, pero según nos comenta la psicóloga y orientadora académica del centro, la motivación de los alumnos es un problema muy grande del I.E.S. Ramón Carande. De hecho, para sus profesores, es la mayor preocupación.

El propio sistema es el que falla, ya que no ofrece salidas suficientes a unos chicos sin ánimo de cumplir los requisitos que la propia ley impone. Encarnación Quiroga reconoce que, a ese respecto, ella lo cambiaría todo.

Rosa no para de hablar mientras que Antonio se lo toma con mucha más calma y sigue la conversación entreteniéndose en doblar una hoja de papel. Eso sí, cuando el tema le interesa salta como un resorte: el fútbol por ejemplo. Sus equipos favoritos son el Betis y Barça, aunque éste último un poco más. El sonido de la campana, que rivaliza con el de una alarma de fuego, interrumpe su última respuesta. Él no parece muy afectado. Tal vez esta tarde en Facebook, si conseguimos sus perfiles, podamos seguir la conversación entre el tumulto de amigos con los que Rosa y Antonio estarán chateando.

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